Que sí, que el #pollopollo de KFC ayudó al mítico jingle a resurgir de sus cenizas es evidente. Y que nos perdone el creativo que estuvo horas en la ‘salita’ de pensar ideando cómo petarlo: será muy pegadizo, pero al morro fino no se la metes doblada. Por suerte, en la insaciable espera del eat&lover por probar un local con pollo pollo (esta vez, el de verdad) ha nacido Chick Fried Chicken en Malasaña. Un local de pollo frito casero, crujiente, cero aceitoso y bien sabroso. Y es que hace ya mucho tiempo que elevamos el concepto de guarri-burger a obra de autor, ¿por qué no hacerlo con un sándwich de pollo? Hoy te demostramos que este ingrediente tan maltratado puede ser un manjar y cubrir extremas expectativas: las del eterno amante de lo simple y las del exquisito foodie de turno. ¡Mira esto!

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En Madrid faltaba un rincón monoproducto que implorase al pollo frito elaborado como Dios manda. Nada de guarrerías: solo ingredientes de calidad. Para cubrir nuestra ansia ‘gochona’ y las exigencias de morros finos nació Chick Fried Chicken. Un pequeño rincón creado por un grupete de socios. Entre ellos Pablo Salcedo. Argentino de abuelos italianos que se enzarzó desde bien renacuajo en la cocina familiar para aprenderlo todo. Así que lo mismo te prepara una pasta que una milanesa, claro. Algo que le ha servido para vivir en una continua curiosidad por los sabores. Sus raíces no le impidieron viajar a Nueva York y vivir durante dos años ojeando de cerca ese furor que despertaba el fried chicken en USA.

Para el rollo del local lo tenían claro: había que romper con esa primera idea que te viene a la cabeza cuando piensas en pollo frito. Crear un logo molón con una gallina, levantar un espacio industrial en sintonía con el barrio y tener unas ganas locas de rescatar el producto. ¿El reto? Hacerlo ‘chick’. Así que junto a Plantea Estudio (encargados de la reforma de la Sala Equis, entre otras) montaron este sarao en tonos grises, paredes inacabadas, espejos y con un par de neones rosas. Una delicia para tu feed de Instagram.

 

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La propuesta gastro de Chick Fried Chicken es tan sencilla como sabrosa. ¿El secreto? El triunfo demoledor de lo simple: si solo sirves una cosa, tienes que hacerla bien. Muy bien. Y eso es lo que han hecho aquí. Pablo, fascinado por la tempura perfecta del método coreano y el saborazo a base de especias del Luisiana style, decidió coger lo mejor de ambos mundos y crear un propio concepto. Eso de ‘copiar’ no le va. Así que se armó una receta con una obsesión muy clara desde el principio: que no fuera el típico pollo grasiento, que fuera crocante y que, encima, estuviera jugoso a morir.

Ni falta hace decir que dio en el clavo. El pollo (para el local y para su casa) lo compra fresco cada día en Pollerías Herrero (malasañeros de toda la vida ubicados justo en frente). Hacen una marinada corta en salmuera para coger el puntito de sal y listo. La masa que utilizan protege muy bien la carne para que el aceite no penetre. Las salsas (caseras todas ellas) tienen hacia el estilo americano, pero como en otros productos, siempre hay un guiño asiático por ahí, como su brutal salsa corean style. El brioche de su sándwich es casero (receta del propio Pablo) y es súper sencillo, pero muy esponjoso.

En carta, además del sándwich (que puedes acompañar con patatas asadas hasselback, coleslow con sésamo y la salsa que quieras) tienen raciones de alitas de pollo bien ricas. Y, para no dejar a nadie fuera, se han marcado una burger de setas y quinoa sin gluten. ¿El postre? De momento una cremosa ‘cheesecake‘ de sésamo negro molido con un poco de miel por encima (inventada por Pablo -y que no has probado en tu vida-). Pero tienen alguna sorpresita extra-golosa en mente que próximamente visitará su carta. Riégalo todo con alguna de sus cervezas artesanas o una copita de vino (que tienen 4-5 referencias) y a gozar ?

Esperamos que te haya gustado el flechazo de hoy. A nosotros nos ha sorprendido mucho y nos ha flipado.

Así que, con esto y un bizcocho, ¡me despido hasta la próxima!

 

 

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