Queridos todos: los plumillas que escribimos este blog hemos quitado las telarañas a las maletas, cogido el bañador, la cremita y la toalla y ya estamos listos para consumar nuestra infidelidad a la ciudad de nuestros amores. ¡Ah, Madrid! Si normalmente tus encantos nos matan (de gusto), en verano lo hacen en el sentido más literal y menos amoroso del término. Qué le vamos a hacer, somos chicarrones del Norte: demasiado calor nos produce urticaria y el mar nos llama cual Tritón a sus sirenos. Pero sabemos lo que es pasar un verano sin playa (vaya, vaya) y, por eso, queremos haceros un regalo antes de colgar el cartel de “cerrado por vacaciones”: 10 experiencias (con su componente gastro, por supuesto), para exprimir tu veranito lejos del gran azul (la piscina municipal no cuenta). Arriba el ánimo, que nuestra lista mola. ¿Te atreves a cumplirla?
1. Cenar en el Tartan Roof durante la puesta de sol (y hacerse una foto con la panorámica más bonita de la ciudad)
Si tuviéramos que quedarnos con una de las 20 terrazas que compartimos con vosotros en este post (y las que se nos pasaron) esa sería sin ninguna duda el Tartan Roof (30 € / pp. aprox), en la azotea del Círculo de Bellas Artes. Será la impresionante carta de inspiración asiática (firmada por el hiperactivo Javier Muñoz Calero), serán esos atardeceres de matices violetas, serán las vistas de postal (nuestras favoritas de la ciudad). No lo sabemos, el caso es que este plan nos chifla. ¿Ya has pensado con quién vas a compartirlo? Lee el post que le dedicamos al restaurante aquí.
2. Ir de picnic a las (alucinantes) piscinas de Cercedilla y tirarse en tirolina
Si estás más que harto del hacinamiento de las piscinas de la ciudad, escápate a Cercedilla y pégate un chapuzón en las (heladas) aguas dulces de estas piscinas con vistas a la Sierra. Te proponemos que te hagas con una nevera y te lleves el picnic hasta allí (tienen varias áreas habilitadas para comer en plena naturaleza). Y de postre, ¿qué tal un viaje en tirolina? Encontrarás allí mismo una de las mejores de Madrid (el pack aventurero cuesta unos 20 €. Más info, aquí).
PD: Si quieres evitar salir del agobio de la capital para toparte con hordas de domingueros visítalas entre semana, como hicimos nosotros ; )
3. Cenar en el restaurante solidario de El Cuartel y berrear cantando Grease en el cine de verano (con karaoke) de City Lights
¿Con ganas de cine al aire libre? City Lights se ha llevado su pantalla a una sala inmejorable: el patio de El Cuartel de Conde Duque. Hay palomitas, ‘guarri’ perrito (no puede faltar para completar la experiencia cinéfila) y un programa formado por clásicos de aquí y allá a 6 €. Nosotros fuimos a mover las caderas y desafiar a la lluvia cantando los temas de Grease en versión Sing Along (una especie de karaoke a lo grande) y nos lo pasamos teta piruleta. Cuando salgas, no olvides cenar en el restaurante solidario que han habilitado con tapitas creativas a 4,5 € diseñadas por Javier Muñoz Calero y una selección de chefs Estrella Michelín (unos 20 € / pp.). ¿Suena bien, no?
4. Probar la deliciosa limonada a la frambuesa de Tándem (y, ya que estás, los platos de su súper carta!)
Hay detalles tontos que a uno le alegran el día. Y si encima son detalles fresquitos y llegan en un día con un calor propio de las profundidades del Infierno, más. Esta limonada con toque de frambuesa que preparan en Tándem (2,5 €) bien vale una visita a lo nuevo de los chicos que arrasaron con Triciclo en el barrio de las Letras (puedes leer el post que les dedicamos aquí). Pero, además, su carta -de picoteo ligero, perfecta para comer- cuenta con algunos platos estrella como el bocata chino, la ensalada César (nunca probaste una como esta), tartas y postres ingeniosos con fruta fresca. Si te sabe a poco, pregunta por sus propuestas fuera de carta: siempre son sorprendentes. ¡Te encantará!
5. Combatir ‘la caló’ madrileña con un helado (de los de verdad)
Cuando la caló madrileña aprieta uno necesita un helado auténtico (si lo ha hecho Frigo y/o tiene más ‘extras’ -azúcar, saborizantes, caca de la vaca- que una foto de Instagram, no cuenta) para acondicionar el cuerpo a las altas temperaturas. Hemos estado investigando y, según nos han chivado, las mejores heladerías artesanales de Madrid son estas: Mistura (c/ Augusto Figueroa 5), con helados caseros, ecológicos y personalizados al momento; Sienna ( en C/ Narvaez, 62), una heladería de toda la vida; Palazzo, que tiene 11 locales, incluida una en la Puerta del Sol, y en la que preparan uno de nuestros favoritos norteños: ¡helado de arroz con leche!) y La Romana (en Santa Engracia, 55, que presume de elaborar los helados más sanos de la capital con solo un 7% de grasa y fruta de temporada).
6. Ir al mercado de ‘street food’ de Fuencarral (y sobrevivir en el intento)
La restrictiva normativa madrileña ha impedido (de momento) que la fiebre por la street food que ya ha conquistado Europa (y a nosotros, of course) se desate en Madrid. El Mercado de San Ildefonso (C/ Fuencarral, 57) es una maravillosa excepción a la norma, prueba de las ganas que los chefs españoles tienen de hincarle el diente a este concepto, divertido y delicioso. Abierto de 10 a 1h (hasta las 2h de jueves a sábado), encontraréis 18 puestecillos con propuestas innovadoras en los que hacer la compra y darse al picoteo compulsivo: por cierto, también tiene 2 terracitas (que sabemos que os ponen).
PD: Suele estar abarrotado. Si queréis disfrutarlo y sobrevivir en el intento, probad a ir entre semana.
7. Probar la sangría de cava de Saporem escuchando música en directo en su terraza (preferiblemente con un trozo de pizza en la mano)
Vale, el plan sangría no suena muy original. Pero estamos seguros de que nunca has probado una tan rica como la que preparan en Saporem (C/ Ventura de la Vega, 5) a base de cava. Y si encima te la bebes escuchando música en directo (miércoles, sábados y domingos por la noche) en su preciosa terraza y con un trozo de pizza en la mano (te recomendamos la de calabaza y trufa), mejor que mejor, ¿no? Puedes leer el post que le dedicamos aquí.
8. Empezar el día con una sesión de yoga (& desayuno) en el Retiro
Sí, como Susana, eres adict@ al yoga matutino, las sesiones que organizan todos los fines de semana en el parque del Retiro te encantarán. Encima, después de la clase podrás ‘hacer migas’ con el resto de asistentes compartiendo un rico desayuno y un te a la luz del sol. Ommm…! Más info aquí
9. Salir en busca de la horchata perdida
¡Ah, la horchata! ¿Qué fue de la bebida patria por excelencia? Si la chufa despertase del largo letargo al que los mejunjes a base de aditivos químicos y toneladas de azúcar la han condenado, le daría un pampurrio (y es posible que a ti te de otro si te decides a beberte eso). Por suerte para ti, hemos dado con tres reductos de autenticidad chufera que han sobrevivido a la industria horchatera cual aldea gala a los romanos: Alboraya (C/ Alcalá, 125) importa a diario kilos de chufa valenciana con los que produce, según dicen, la mejor horchata de la capital (el dueño es valenciano y su familia lleva varias generaciones comercializando la bebida). La Fábrica de la Horchata (C/ Villaamil, 44) es otro de esos locales ‘de toda la vida’ por los que merece la pena dejarse caer: llévatela en una de sus ‘lecheras’ acompañada de unos fartons. Los Alpes (heladería mítica inaugurada en 1956) la trae directamente desde Valencia: la encontraréis en C/ Arcipreste de Hita, 6.
10. Visitar la terraza de Manzana Mahou y, de paso, hacer la compra ecológica en Kiki Market
Para acabar, nos despedimos con otra de esas estupendas terrazas que se nos pasó en nuestro ya memorable post de terraceo: la Manzana Mahou, en el Palacio de Santa Bárbara (Hortaleza, 87, cerca de Alonso Martinez). El lugar es un oásis veraniego y ofrece un tapeo creativo con pintaza que aún no hemos tenido la ocasión de probar (snif…). Suelen organizar bastantes actividades que podéis consultar aquí. ¡Por cierto! No os vayáis sin hacer la compra ecológica en la tienda que nuestros amigos de Kiki Market han abierto allí mismo. Avisamos: ¡es adictiva!