Ponte en situación: estás en la frontera de Las Letras con Lavapiés y te apetece una copa. Es tarde para merendar y pronto para cenar, así que buscas un trago inesperado de los que abre el apetito y ya si eso te comes algo. Pero claro, tú no te comes cualquier cosa, no. A las tapas de empanadas industriales freídas en un aceite de 30 vidas no las quieres ver ni en pintura (y con razón). Y ya que estás te fliparía que alguna dj session te amenizara la noche, claro. ¿El resumen? Lo quieres todo. Pero… ¿Y si supieras que tu noche empieza en un espacio con un rollo clandestino donde se come, se bebe y se disfruta de la playlist a fuegote con solo llamar a un timbre? Ahora, que si nos preguntas cómo vas a acabar la velada… eso nunca se sabe. Hoy te hablamos de un concepto dentro de un local: se llama Gota y tiene todo lo que quieres un jueves, un sábado o un domingo por la tarde: copeteo, jarana y buenos alimentos. Atento al proyecto de vinos naturales creado por Acid Bakehouse en la sala del fondo de su nuevo local. Estamos todos listos si tu lo estás en 3, 2, 1…

 

Si eres un friki del buen hacer foodie es más que probable que conozcas al equipo de Acid Café (y si no, echa un ojo a este post en el que te hablamos de ellos). Esta cafetería de especialidad es un proyecto que nació para abarcar todo lo que quepa en un local, pero siempre bajo un mismo mantra: las cosas se hacen bien y si no, no se hacen. Cookies, bowls, huevos pochados, un estofado o lo que surja. La idea era producir con las manitas y vender todo lo que a sus creadores les molaba. Casi siempre con producto propio, y en paralelo apoyándose en una red de colaboradores de lujo: los chefs de Chuka Ramen Bar, los tostadores de La Cabra Coffee, la pop-up de The Sandwich Project… y así en aumento. A los pocos años de abrir su primera cafetería se lanzan con un nuevo local en la Magdalena 27 y lo convierten en bakehouse, donde no solo siguen sirviendo su delicioso café en todos los formatos ya trabajados, sino que han montado un obrador más grande para hacer pan y repostería. El salto ya estaba dado y el local era grande y perfecto para dar a su propuesta gastro todo el peso que merecía.

En este contexto agarran la sala del fondo de su nuevo local y la convierten en un concepto totalmente independiente llamado Gota. Una habitación de mesas largas junto a la cocina que se aleja del típico bar: lo que tenemos aquí es una especie de universo a media luz donde los vinos naturales, la buena cocina y la música se unen en una experiencia muy cañera y diferente a lo que estamos acostumbrados. Para entrar tienes que llamar al timbre que te indican en la puerta del local. Desde dentro verán la luz y te abrirán. No te asustes si lo que de día te había parecido una panadería de repente es un pasillo oscuro lleno de velas. Síguelo hasta el final y al cruzar la cortina llegarás a tu destino ?

¿Cuál es la propuesta gastro de Gota? Su chef es el brasileño Carlos Gasparini (Cadu, que le dicen) y se pasa el día rocking the kitchen con platos muy influenciados por la cocina italiana, ya que vivió algunos años allí. Nos cuenta que la carta aguanta poquito de una pieza: le gusta tanto hacer platos nuevos que intentan que mute y vaya cambiando de forma constante. Sus recetas son aparentemente sencillas, pero se aprecia al probarlas que tienen un gran trabajo y amor por el detalle detrás. Los ingredientes, como ya es un habitual en el equipo de Sasha y Fede, se cuidan al milímetro. El AOVE súper bien trabajado que utilizan, por ejemplo, es de SOLO, dos hermanos que cultivan los olivos de Jaén de su abuelo para homenajear la vitalidad y energía que desprendía en su campo. O el chocolate Bean-to-bar que encargan al mítico tostador de café de especialidad vallisoletano, Puchero.

 

 

¿Y su propuesta de vinos? Bueno, como ya hemos dicho, estamos hablando de vinos naturales. Eso significa que debido a lo poquito tocados que están, mutan y cambian con facilidad, pero también sorprenden muchísimo más. No están encorsetados ni estabilizados por productos químicos, nos cuenta el summiler, Nahuel: ‘son vinos salvajes, de los que nunca sabes por dónde te van a salir, eso es lo que les hace ser tan especiales’. Manejan al menos 100 referencias diferentes con orígenes de todo tipo: Alemania, Francia, Portugal, Eslovaquia, Austria, República Checa, Argentina, Chile, California… y España, claro. Nos chivan también que toda su carta nacional e internacional va a tener peculiaridades o, por su personalidad, van a ser únicos, extravagantes. Por eso podrás ir sin prejuicios sobre tu visión del mundo del vino: simplemente llegas, te sientas y les cuentas qué te sabores o aromas le apetecen a tu estado de ánimo, y ellos elegirán para ti la copa perfecta. ¿Recomendación? Si ya estás muy dentro del mundo del vino, prueba el champange natural de Bonnet Ponson (francés, muy top y diferente). Si no lo estás y quieres encender la mecha dale a los vinos Ambiz, de Fabio Bartolomei. Nosotros probamos un Ambiz IRN BRU Airene que sabe a melocotón y nos pareció perfecto para acompañar la cena.

 

 

Y ahora, como siempre, te contamos con ‘platillos y señales’ cuál fue nuestra experiencia gastro en Gota, el nuevo concepto de vinos naturales de los creadores de Acid Bakehouse ? ¡Vamos!

 

 

-Gota, plato a plato-

 

Panzanella

Empieza la fiesta de la cocina con esta panzanella, una ensalada típica italiana que se hacía en plan ‘a lo pobre’ con la idea de aprovechar el pan viejo que sobraba del día. En Gota lo hacen con un pan tipo crouton que elaboran en su obrador propio, el de Acid Bakehouse. ¿Cómo elaboran este plato tan veraniego? A su estilo: mezclan vegetales de temporada, de mercado. Utilizan todo el agua que sobra de cocinar las verduras (como los pimientos y los guisantes) y la aprovechan como caldo para la vinagreta que aliña todo. ¿El resultado? Sabroso, fresquito y original. Probablemente es la receta que más nos sorprendió.

 

Crudo de atún

Otro plato súper fresh y ligero: el crudo de atún. Para potenciar el sabor juegan a aliñarlo como si fuera la típica ensalada española de toda la vida, pero con el pescado crudo que lo utilizan más en Italia. Marinan en hierbas para que aporte muchísimo aroma y sabor, y lo rematan con cebollas un poquito quemadas, muy suaves, cebollinos y AOVE. Una propuesta súper jugosa que a mí (Bea) me encantó.

 

Raviolis de ricotta y espinacas

Pues así tal cual como suena: estos raviolis artesanos los rellenan de ricotta también hecha por ellos mismos y añaden espinacas. Una vez más deciden aprovechar todo al máximo y, nos cuenta el chef, utiliza el suero que sobra para cocinar la polenta de otro de los platos de la carta. Para que los raviolis estén de ‘toma pan y moja’ los bañan en una salsa francesa que se llama beurre blanc y que se elabora a base de mantequilla y limón. Después, como remate, trocean un poquito de su pan en formato crouton pero dejando más miga y lo apañan por encima. La mezcla de sabores de todo el plato nos pareció deliciosa y muy original.

 

Ganache

No exageramos ni un poco si te decimos que este ganache nos pareció oro puro: lo elaboran con el chocolate de Puchero y queda cremoso y de un sabor espectacular. Pero a todos los niveles, porque el crumble tan rico que ponen debajo es casero y el chorretón de aove que lo empapa es de los chicos de SOLO . La guinda del pastel la pone ese toque de sal gorda tan acertado que hace que la mezcla en boca sea un pasote total. Estamos seguros de que todos los postres que tengan en la carta están muy buenos, pero este es un must en toda regla. ¡Súper recomendable!

 

Esperamos que os haya gustado la propuesta de hoy. Es un local informal, pero con cada detalle cuidado al máximo: en la decoración, en el producto, en el vino y todas sus elaboraciones. Si te animas a hacerles una visita no te olvides de contarnos que te ha parecido. Y ahora, con esto y un bizcocho, ¡nos despedimos hasta la próxima!

Bea&Carlos

 

 

 

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