Ay, amigo. Ya lo sabemos: Antón Martín está que echa fuego por las calles. Sus lozanas raciones de toda la vida, la explosiva street food de su mercado y ese solecito adictivo que corre Santa Isabel abajo son el domingo perfecto. Y a pesar de que a-ma-mos esa magnética jarana terracera de la cuesta más cool del barrio, nos faltaba una cocina distinta que no distorsionara el ‘rollo’ que se respira en cada rincón. Y es que, abrir un local que reviente de ambientazo por aquí no es complicado: el reto era engatusar a los morros finos más duros desbordando sabor y originalidad en cada plato. Por eso hoy queremos hablarte de La Burlona: un esquinazo donde el producto de temporada, las risas entre mesa y mesa y el hilo de jazz que suena de fondo te van a robar el corazón. Ya te lo presentamos en nuestra última actualización de locales BBB (buenos, bonitos y baratos) de Madrid y en esta ruta foodie junto al Museo Reina Sofía. ¿Quieres saber más? Mira, mira…
No se tú, pero los eat&lovers sentimos muy (muy) rápido ese escalofrío que te recorre el cuerpo cuando te enfundas las Wayfarer y los rayos de sol te ponen la piel de gallina. No, no es que haga calor: es que tienes unas ganas de vermutazo, comilona y paseo dominguero que no puedes con ellas. Si encima la parada final es la Burlona, la cosa se pone tontorrona. Y es que este local es versátil donde los haya: empiezas con unas cañas, matas el hambre zampando ‘de lujo’ y terminas la noche con jazz en directo. Lo sabemos: suena a la típica promesa de restaurante non-stop que termina siendo solo el garito de moda, pero después de probar la pequeña cocina de La Burlona, tenemos fe ciega en que no va a defraudar.
Esta esquina de Santa Isabel es un antiguo café teatro que se ha quedado con toda la luz que había en la calle. Un espacio precioso y desenfadado al mismo tiempo. Rodeado de mármol, madera, plantas y enormes ventanales, sin olvidar ese suelo viejuno tan propio (y molón) de los edificios del barrio. Un formato muy ‘de día’ para disfrutar de su propuesta, pero con una planta baja que pronto dedicarán de lleno al universo coctelero y a los conciertos en directo.
Lo que iba a ser un bar para arroparse entre buenos ‘vermutis’ ha mutado a concepto gastro gracias a una unión: la de Raúl Saldaña (puede que le conozcas de su Bar Varsovia) y el chef Jorge Reina (que curró para Quique Dacosta y Ramses by Arzak, entre otros). Y nosotros encantados, claro.
Ahora vamos al turrón. ¿Cuál es, entonces, esa propuesta gastro de La Burlona? Raúl nos contó que una de las condiciones que pusieron al crear sus platos era que ‘todo tuviera mucho sabor’. Y vaya que si lo tiene. De su cocina despachan lo que solemos llamar ‘clásicos renovados’. Para nosotros es producto de temporada, donde mezclan sabores y texturas en elaboraciones que no te esperas y presentaciones bien curradas. Ingredientes de aquí y de allá cocinados con diferentes técnicas, pero siempre con el mismo punch de sabor que buscaban desde el principio. Marinados, glaseados, ahumados y bajas temperaturas que han roto con las normas del producto de toda la vida.
Así que en la carta de La Burlona encontramos un delicioso (y muy vicioso) popurrí de platos súper variados. Con entrantes como gambas de cristal con emulsión de ostra picante, ensaladilla con mayonesa aérea o mejillones con salsa de callos y mini torreznos; principales como la tortilla de trufa negra, el arroz meloso de carabinero o las albóndigas de butifarra con sapionets; incluso sus 3-4 opciones veganas, como las flores de calabacín rellenas de patata revolcona. Todo esto, claro, mutando de producto según dicta la temporada. Aunque la idea es mantener algunos clásicos irrenunciables que lo siguen petando desde que subieron verja, como su -oh sí, baby– fideua de boletus y foie asado. Escándalo.
Para acompañar esta feria de abril tienen una buena carta líquida, llena de vinos bien seleccionados (por copa o botella). Nosotros lo regamos con un tinto Ribera llamado Pozo de Nieve que entró como quiso.
Y ahora el momento que estabas esperando: bienvenido a nuestro ‘plato a plato’ en el bar de barrio que nos ha dejado locos: La Burlona. ¡Vámonos!
– LA BURLONA, PLATO A PLATO –
Sardinas ahumadas
El estallido de sabor en boca de estas sardinas es de-li-cio-so. Es como mojar la gilda perfecta y zampártela de golpe. La mezcla de sabores hace que estas sardinas marinadas en néctar de oliva, cebollitas encurtidas y piparras sean uno de los entrantes más sabrosos y fresquitos de su carta. Pide pan, porque ese líquido amarillo que ves en la foto es lo mejor que vas a mojar en el fin de semana. Tope ricas.
Navajas glaseadas
Seguimos el festín de La Burlona con estas navajas glaseadas con hojas orientales. Las preparan glaseadas al horno y les añaden cebolleta, shiso morado y tierra de ajo. El saborazo que tiene todo este ‘mejunje’ mezclado en la boca nos encantó. Y es que al final desprendía un punch picantón rollito asiático que las remató del todo.
Aguacate ahumado
Seguimos con los humos. Este aguacate ahumado con cangrejo de concha blanda y emulsión de chiles ahumados no solo es un caramelito para tu feed de Instagram: además la mezcla de sabores, súper original, resulta estar bastante buena. El aguacate se ahuma al momento con serrin de nebro. Es uno de esos platos que no te esperas, pero que termina sorprendiendo. Ah, y el cangrejo se come enterico, ¡olvídate de dejar las patas!
Tartar de atún rojo
Seguimos con el tartar de atún rojo con gazpacho amarillo que hacen, como no podría ser de otra forma, con tomates amarillos (y con ají amarillo, lo que aquí también da un toque picante muy resultón). ¿Y cómo viene el tartar? Empapado en kimchi y rematado con una hoja de shiso en tempura. Una mezcla de texturas y sabores muy lograda.
Fideua de boletus y foie
Nos habían contado que el fideua era de monumento. Y sí, tenían razón. Este en concreto lo preparan con boletus y foie asado y con cada bocado nos daba un escalofrío. La pasta en su punto, el quemadico de la sartén muy sabroso y todo, en general, de auténtico vicio. Uno de los platos imprescindibles en La Burlona.
Costillas ibérico-cantonesas
Para ir cerrando la fiesta decidimos tirar la casa por la ventana y aparcar los cubiertos un momento para usar las manos y mancharnos como Dios manda. Así es como nos lanzamos de cabeza y sin frenos a por uno de los puntos más carnívoros de la carta con estas costillas ibérico-cantonesas. Las cuales cocinan durante 12 horas a baja temperatura y a las que le añaden un glaseado de salsa a la miel. Te las sirven en tabla de madera junto a unas hojas de lechuga, acompañadas de cilantro, hierbabuena y albahaca. El ritual, tal y como imaginas, es separar la carne del hueso (que por cierto, sale solo) y desmenuzarlo sobre una de las hojas para comértelo en plan taco style. Las hojas le dan un toque fresquito que rebaja la carne y la mezcla nos supo a gloria.
Tarta cremosa de queso
El colofón final casi nos hace reventar, pero tal y como te decimos siempre: el eat&lover deja hueco para el postre le cueste lo que le cueste (incluso si sale rodando Santa Isabel abajo). Los postres no son el fuerte del local, pero hemos de reconocer que esta tarta cremosa de Idiazábal con un toque de queso azul entró sola. Y estaba bastante rica, ¡ea!
Espero que te haya gustado nuestra recomendación de hoy. Sin duda La Burlona es un garitazo, tanto para días de curro como para los fines de semana, que nos ha conquistado con una oferta súper variada que no le suelta (ni de broma) la mano a una buena cocina. Nosotros vamos a repetir seguro, así que cuando vayas cuéntanos ?
Con esto y un bizcocho, ¡me despido hasta la próxima!
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